miércoles, 24 de marzo de 2010

Tras la droga, viene la calma

Desde que somos niños, todos escuchamos que la droga es mala, que hace daño; que ser drogadicto es tremendo, y sentencias de esta índole, cientos, miles de veces; en la casa, en la escuela, en la calle en todos lados: el alcohol es malo, la droga es mala, el cigarro hace daño.
¿Qué ocurre, pues, en ese tiempo y el maldito instante en que alguien decide caer en el mismo esquema que caemos todos lo que hemos sido adictos a una sustancia ilegal o legal? Porque, sin temor a equivocarme, asumo que todos llegamos al mismo lugar: probar, para que no me cuenten. Y zás, ¿dónde quedó todo esa multitud de mensajes, de advertencias? ¿Dónde?
Uno inicia, por probar, por pretender entrar a un círculo; como sea, el inicio de algo prohibido es lo que nos atrae, nos seduce (¿?) y nos hace caer. ¿Por qué? No lo entiendo aún, pero en mi caso, y siempre hablaré de estos temas sólo por lo que me ha tocado vivir, sin pretender que esto sea una regla o una verdad absoluta, de nada sirvieron las advertencias, las charlas con mis padres, con mis maestros; de nada.
Un día, he contado, comencé a probar la droga, y me enganché de manera inmediata y así viví 13 años, drogándome todos los días, cada día, sin dejar ni siquiera un respiro.
Y, bueno, esa historia tuvo un final: un día dejé, definitivamente, de drogarme.
De eso hace ya 8 años y medio, y cabe señalar que en este tiempo he rescatado mi vida, mis afectos, mi trabajo… he rescatado mi vida y eso, como en los anuncios, no tiene precio.
Hoy, igual que desde hace 8 años y medio, sigo avanzando, sigo construyendo, sigo creciendo, aprendiendo, sigo cayendo, sigo levantando, sigo viviendo.
Hoy es para mí un día especial, porque de aquel Víctor Hugo autodestructivo, queda muy poco, casi nada, y es tan genial lo que tengo, que este lunes celebro 2 años de ser papá soltero, un regalo maravilloso, la cereza del pastel que aún cocino, cada día, todos los días.
Hoy, la vida es una gran oportunidad de ser feliz, de ser dichoso, con lo que tengo, con lo que soy, con lo que quiero ser. Y quiero ser y soy una persona feliz, capaz de compartir estas historias que, excepto la de hoy, siempre me sacuden y me mueven a darme cuenta que vivir bien es para lo único que hemos sido creados.
UN abrazo.

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