miércoles, 20 de noviembre de 2013

Yo, llamado a ser el nuevo San Martín de Porres...

Fulgencio ya desayunó, y se mueve, al menos. No les diré que es una cosa de alegría desbordante, que se le ve pleno de sus facultades demostrativas, no, pero tampoco está en el drama... Y todo eso me servirá de entrenamiento para entrar, este fin de semana, al curso intensivo: Tolerancia: one step beyond... Sí, resulta que Ximena (hija mía de la cual he platicado en infinitas ocasiones), ha decidido que quiere verme, que quiere pasar este fin de semana conmigo... Y CON DUMA!!! Como toda muer que se prepara para ser mujer el resto de sus días, Ximena no me preguntó si quiero, si puedo, si tengo ganas. NO! Ella asume que yo tengo que acatar sus instrucciones. Es así que este fin de semana tendré qiue doblegar mis límites de tolerancia y, además, elevar mis indices de padre querendón y buena onda para que esa tal Duma, una hermosa cocker spaniel color miel de dos meses de vida, conviva con nosotros EN MI CASA! Viva Dios, que entre Fulgencio (decidí no llamarlo Tiburincín, uh, ha-ha! para no crearle confusiones emocionales), Duma y los incansables pajarillos que suelen habitar mi terraza, creo que Dios me está llamando a convertirme en el siguiente San Martín de Porres. Hasta aquí, el reporte, Loret.

martes, 19 de noviembre de 2013

Mi vecina, la de las micro faldas...

Les he contado de mi vecina, la que me ponía nervioso con sus micro faldas y sonrisa encantadora? Pues nos hemos hecho taaaaan cuates (cuates, C-U-A-T-E-S!, aclaro) que, la muy confianzuda acaba de irse de viaje una semana y, qué creen? Me dio en custodia a una de sus mascotas! No, no es uno de sus perros blanco y negro, no... UN PEZ!! Fulgencio, se llama el animalillo con el cual comenzaré a aprender tolerancia, disciplina ("come tres veces al día; T-R-E-S", remarcó ella, enfática) y una capacidad de entrega que, la verdad, sólo tengo para Ximena. Bueno, luego de cenas, fumadera nocturna, cine y largas y divertidas charlas, nuestra amistad pasó al siguiente nivel en el que debo hacerme cargo de Fulgencio (sí, tiene nombre el desdichado pez azul). Ustedes, que me conocen, saben que no doy paso sin huarache y que a cambio de esto le he pedido a ella un regalito a cambio: un llavero y un encendedor, de las cosas que uso-colecciono y que me gusta recibir. Ya subiré foto de Fulgencio (cabe decir, que en su ausencia, Fulgencio se llamará Tuburoncín, uh, ha-ha!), para que sepan de qué les hablo. Hasta aquí, mi reporte, Adela.

domingo, 17 de noviembre de 2013

"Alguien", en la vida de Ximena... Un perro infeliz que me la está robando...

Era de esperarse. De esos eventos que sabes, tarde o temprano, sucederán: Ximena encontró motivos, razones, para distanciar sus visitas a esta casa. Y, bueno, a sus 16 años me empezaba a preocupar que quisiera pasar fines de semana, puentes y vacaciones conmigo porque, digo. Yo mismo he de confesar que desde mis 10 años, yo no quería salir con mis papás a ver a mis abuelos, pues me aburría sobremanera y prefería, se entiende, quedarme a jugar con mis vecinitos en VillaCoapa. Por eso mi extrañeza de que Ximena, tremenda escuinclota, la pasara tan bien conmigo y nos divirtiéramos tanto. Pues, qué creen? No more. La escuincla me confesó, abiertamente, que el último puente se había aburrido, no obstante que intenté resarcir su fastidio comprándole ropa, y que este puente-fin-de-semana-largo no quería venir a verme. Los que ya estén con el pañuelo desechable en mano, paren. No, no es historia triste. La extraño, sí, pero tampoco es drama. Antes, lo digo en serio, me alegra que empiece a distanciarse. Para eso los entrena uno,, no? Para que hagan su propia historia y anden su propio camino. Lo único que es incómodo, debo confesar, es que en realidad no era que se aburriera... es que, oh, my God! Apareció "alguien" en su vida que le alegra las mañanas y los días enteros... Es un perro el infeliz que me ha quitado la atención de Ximena. Un perro y no hay otra forma de llamarlo porque, en efecto, es un perro... un hermoso cocker de dos meses, color café que nos tiene muy contentitos (bueno, bueno... dejémoslo así). Duma, el nombre que eligieron para la cachorrita que, a Dios le pido, Ximena cuide y aprenda a respetar, como el ser vivo que es (el animal y, bueno, ella también, aunque no parezca). Arriba Numa, que nos hace dar un paso más en nuestra vida de padre e hija.