sábado, 4 de junio de 2016

Bitácora de un silente. Día 5.

Bitácora de un silente.
Día 5.
Contrario a lo que pudiera pensarse, creerse, suponerse, asumirse, querido y amable lector: no he sucumbido ante la tentación de hablar.
Vaya, ni siquiera conmigo mismo lo he hecho; han sido, en todo caso, reflexiones en voz alta, algunas, otras, en suspiros, casi. Todo en mi imaginación, cabe aclarar.
Me ha ayudado a mantenerme incólume e inamovible del propósito, el hecho de que he estado trabajando desde el mail, el whatsapp y que, sorprendente, en 5 días el teléfono sólo ha sonado en dos ocasiones, mismas que desvié la llamada, para no estar en la tentación de decir, en voz baja: "no puedo hablar... QUE NO PUEDO HABLAR!"
Y antes de ir en contra de la prescripción médica y en contra de mis instinto natural de RP, he declinado atender el celphone de manera convencional.
Y, bueno, entre la chamba y el Netflix, ahí la llevo.
Pensaba que ésta sería una buena etapa para ver, por fin y al cabo, la 3a temporada de Agentes de Shield que, amablemente, me regaló mi tío Jorge. Pero no.
Creí que, convaleciente, aprovecharía para terminar la 2a revisión a Los Tudors, y no; tampoco.
Me encontré, para mi ñoña suerte, con que en Netflix están dando todas las temporadas de That 70's Show, donde estoy dejando mis ojeras y mis horas vagas.
Día 5 y aún no tengo ganas de salir gritando o cantando; será que, como sabiamente me escriben mis allegados: "ya falta menos", y esa frase me ha hecho entender algo que ni me imaginaba: ya falta menos (como si no me hubiera dado cuenta yo de eso; han de creer que diciéndome eso, ooooooooobvio, yo caeré en la cuenta de que estaban mal mis cuentas y sí, efectivamente, falta menos). Chale.
No se ofendan, ternurines de luz de foco sin filamento: Como dice la Orayen: "eres un amargado feliz" (jajaajaja y más jajajaja).
Sábado y yo, despierto desde las 8am. ¡Maldita maldición!
Sean felices.
Yo lo soy. A mi manera, pero lo soy.
P.D. Mi eterno agradecimiento a los médicos, enfermeras y a todos los trabajadores del Instituto Nacional de Rehabilitación, donde me han estado tratando desde hace varios meses, y donde me han realizado mis dos operaciones. Personal e instalaciones, al nivel del mejor hospital privado.
Vayan con Dios, y desayunen algo, que estar en ayunas causa pólipos.

Bitácora de un silente. Día 4

Bitácora de un silente.
Día 4.
Ni crean que he aguantado tanto silencio.
Pero, aclaro, tampoco he tenido necesidad de hablar... Lo he hecho por necio, por querer escuchar cómo suena mi nueva voz. 
Bueno, tampoco exageré; fue apenas un mensajito de voz a Ximena que, cabe aclarar me puso una regañiza.
Y no es que fuera yo el más parlanchín (bueno, sí; la neta es que sí, cuando tomo el micrófono, no lo suelto; como suele ocurrirnos a todos los comunicadores: somos de un ego tremendo y sí, a veces nuestras charlas son, más bien, eternos monólogos de lo que hacemos, haremos o quisimos hacer; pero esa es otra historia).
Nada, pues. No he hablado. Apenas un mensaje de 10 segundos que le mandé a Ximena y uno más a Pedacito de cielo (otra regañiza, cabe aclarar), nomás por escuchar mi nueva voz.
Ay, y apenas es la mitad del camino.
Será el día 7 de junio cuando pueda hablar y, no me hagan caso, creo que coincide con el día de la libertad de prensa o un día del periodista.
Quizá ese día tenga que gritar tantas cosas que he callado. Quizá, no.
Bueno, guatéver (como solía decir mi jefa en Capital 21, y era muy divertido escucharla burlarse de ello); aquí sigo y aún no muero en el intento de guardar silencio.
Sean felices.

Bitácora de un silente. Día 3.

Bitácora de un silente.
Día 3.
En tres dias no he recibido ninguna llamada; eso, si, muchos mensajes de whatsapp.
No es lo mío, lo mío, estar contestando largo y tendido, pero lo he hecho; sobre todo, agradecido de quienes preguntan de mi estado de salud y de ánimo.
El primero, en franca mejoría; las molestias de una operación de dos horas van cediendo. Me duele la mandíbula y creo que me aflojaron un diente; dolor de cuello, también cediendo.
El segundo, no sé. Tendré que salir a la farmacia y llevar en un papel escrito lo que tanto temía: "No puedo hablar; me operaron de la garganta; deme tal medicamento".
Si el vendedor (a) pudiera acaso preguntarme: "pero qué le pasó?", tendré listo otro papel que indique, sutilmente: "con una chingada; que parte de ME OPERARON DE LA GARGANTA no entendió?".
Ya saben, todo lindo.
No, no, no; aún no entro en crisis; son tres días caaaaaaaaaaaasi sin hablar, y digo casi, porque de repente se me han salido dos que tres palabritas (lo cual ya me provoco regaños de mis hermanas) y casi golpes de mi hija.
No soy necio, pero empiezo a desesperarme.
Tantos días sin hablar, está canijo.
Hasta aquí, mi reporte, Denisse.

Bitácora de un silente. Día 2

Bitácora de un silente.
Día 2.
De las cosas que me callo, y de las cosas que no digo.
La delgada línea, que le llaman.
De mis letras, tan ruidosas, y mis palabras, escondidas.
Segundo día de silencio y sin tabaco.
Creo que comienzo a enloquecer.
Creo que esta vez comienzo a ser resiliente, en serio.
Tengan buen día, hoy que aún estoy de buenas.

La experiencia de mi operación reciente: puro dolor.

Créanme: lloré.
Eso de que te rodeen cuatro médicos y uno te meta un tubo en la boca.... Y llegue hasta tu garganta, no es lindo. 
No. No lo es.
Lloré y lloré porque no fue una, sino CUATRO veces que se repitió el procedimiento porque, pues no, uno no está acostumbrado a que le entren cosas en la boca y lleguen hasta la garganta, mientras el médico (de no mal ver, hay que decirlo), le indicaba a la doctora: "póngale lubricante, porque se atora a la mitad".
Y yo, entre el dolor de sentirme ultrajado de mi garganta, y la estúpida risa de mis pendejos pensamientos Standoperos, pues terminé llorando, llorando, llorando hasta que, Dios Bendito (sí, leyeron bien: Dios bendito; la Janitzia me hizo entender lo contundente de mi expresión), cuando el doctor me la dejó ir hasta el fondo, la tercera doctora me anestesió tan profundo que apenas vengo despertando.
Gracias a todos por sus comentarios, oraciones, veladoras, alebrijes y rebujos, albures y calambures.
A partir de hoy, estaré 8 días en silencio ABSOLUTO, y en reposo, también.
Prescripción médica, le llaman.
Y ya, en unas dos horas más, me largo a mi casa.
Creo que hice las paces con el buen Yisus.