Relatos breves (a veces)de alguien que, confiesa, también ha vivido, ha muerto y ha vuelto a nacer en múltiples ocasiones. Un Fénix que resurge constantemente de sus cenizas.
domingo, 10 de febrero de 2013
Mi hija, las drogas, su voz, sus palabras y su amor infinito...
Creo que el miedo de hablar ante tanta gente no era el hecho mismo de hablar ante tanta gente. No. El miedo provenía de que, por primera vez, de viva voz, Ximena, mi amada hija, escucharía el testimonio, con detalle, de mi drogadicción y de todas las estupideces que cometí en esa etapa de mi vida. Ella, sentada ahí, entre la gente, me miraba, tomaba fotos, escuchaba... y en algún momento lloró y yo, desde el escenario, tuve que aguantarme para no llorar también. Hoy, luego de haberme perdonado, puedo pedir perdón a quienes de una u otra manera hice daño durante todo ese tiempo. PERDÓN:. A los que apoyaron, a los que siempre estuvieron, como mis hermanas y mi madre, que nunca me abandonaron, como a tantos amigos y amigas que estuvieron al pie del cañón... Y a mi hija que, tan pequeña, quizá no recuerda muchas cosas... Hoy, luego de haber dado esta charla ante cerca de 200 personas que, debo decirlo, se conmovieron y aplaudieron y preguntaron y se acercaron a platicar, y el mejor comentario de todos fue el de Ximena que, ya camino a su casa, me dijo: "Agradezco que hayas superado eso, papá porque, de no haber sido así, me pregunto dónde estaríamos?". Créanme, aún retumban en mi cabeza sus sabias palabras. Gracias a todos lo que han estado cerca o lejos, que han compartido esta experiencia, catártica, estremecedora, que fue desnudar el alma y contar esta historia.
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