Soy un tipo afortunado.
Sin duda.
Desde muy pequeño supe que este mundo de la
farándula era lo mío.
A los 8 años trabajaba como "cerillito"
en una tienda de autoservicio, y lo que juntaba lo gastaba en las revistas que
traían el "detrás de cámaras" de películas como Superman, Vaselina, y
en una enciclopedia de ejemplares "coleccionables", que traían las biografías
de Marlon Brando, Marilyn Monroe, James Dean, Sofía Loren y otras estrellas del
cine.
Al tiempo, cuando mi papá me hizo un regalo, le
pedí que fuera la suscripción al Excélsior, primero, y a El Universal, después.
Ahí leía a Renato Leduc, al maestro Carlo Coccioli,
al que luego fue mi maestro, don Leopoldo Meraz, y a muchas plumas entrañables.
Por si fuera poco, cada semana compraba el
Tele*Guía y ahí, a otras plumas más.
Yo quería escribir.
Eso era lo que buscaba.
Y cuando en la secundaria, me desvelaba viendo
películas en blanco y negro (mi tv era de blanco y negro, ja), con Mae West,
Chaplin, los Hermanos Marx, John Wayne y decenas de otros.
Y sí, a esa edad veía cosas como El Ciudadano Kane
y otros clásicos de la cinematografía mundial.
Y desde entonces, me enamoré de esto: contar
historias de otros, de los famosos, de las celebridades.
Soy afortunado, porque supe, desde entonces, que
quería ser periodista.
Y lo logré.
A los 21 años puse por primera vez un pie en una
redacción, la de El Heraldo de México, cuando no había tantos medios y,
especialmente, El Heraldo era EL PERIÓDICO que toda la farándula nacional leía.
Desde entonces, con los giros que le he dado a mi
vida, yendo de un medio a otro, siendo a veces borracho; otras, las más,
cantinero, he sido muy feliz.
He viajado.
He conocido.
He llorado.
He reído.
Como todos, pero con un ingrediente que marca la
diferencia: con pasión.
Toda mi vida ha sido pura intensidad.
Yo, cuando quiero, voy con todo, y tiro a matar.
No entiendo las medias tintas.
Lo mío, lo mío es andar siempre en el filo de la
navaja, la adrenalina, pues.
No entiendo la vida de otra manera. Y así,
afortunadamente, ha sido durante estos 29 años de periodista que cumplo mañana:
Un ir y venir de historias, de anécdotas, de páginas
y cientos de historias.
Han pasado tantos años y, créanme, aún no me cansa,
aun no me aburre.
Soy afortunado, sí, en haber encontrado desde muy
joven el camino.
Lo demás, lo que haya lo grado, para bien o para
mal, han sido mis pasos, mis decisiones, los que me han traído aquí, en este
andar que, espero, pueda seguir contando.
He sido afortunado de haber encontrado, en todos
estos años, amigos entrañables, a los que llamo honestamente y con el corazón
en la mano: mi familia. Con ustedes duermo, despierto, como, ceno, me
emborracho, sufro, gozo y ahí están, siguen estando, acompañando y apoyando las
locuras que aún se me ocurren, las historias que aún me apasionan, las que
despiertan estas letras que no se cansan de hablar por mi.
Un aplauso para mi, que he abusado de tanta dicha;
un aplauso, para mi, de mi, por haberme atrevido, por haberme decidido, por
estar aquí, a tantos años, con esta pasión con la que vivo y he vivido.
Que sean más, muchos más, Víctor Hugo.