Pero pienso... Que mis letras-perros no te ladren; que mis palabras-fauces no te muerdan...
Cada vez, más lejana la fruta; cada vez, más distante el hambre...
Y así te recuerdo:
Sus letras no eran de autor, pero escribía... Sus piernas no eran fuertes, pero bailaba... y su voz, un desastre, pero cantaba y me encantaba... Sus manos dibujaban en el aire flores, sueños...
Me gustaban de ti los excesos, y del amor y el odio, prefiero amar al infinito, y del odio, prefiero olvidar.. Cuando no puedo, de tanto odio, recordarte...
Me gusta la silueta de un árbol en la tarde crepuscular...
Me gusta el sonido del viento entre las ramas, y las hojas al pisar...
Así eran nuestras pocas tardes, nuestras infinitas y contadas noches; revoltura de deseos reprimidos, de alcohol y tantos besos, tantas veces...
Te dejo, pues, éstas, mis últimas letras para ti... y mi olvido.