Hace 25 años trabajaba yo en Banca Serfín (ya ni existe esa razón social) y era, al mismo tiempo, estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad nacional Autónoma de México. Trabajaba, obvio, para mantenerme la carrera, pero mis deseos de entrar a trabajar a los medios era muy grande.
Hice, así, solicitudes en Televisa, y cuando me dijeron que iba a entrar de asistente del asistente en la producción de Enrique Segoviano, me rajé. No era lo que buscaba, en realidad.
Un día, de esas cosas que son del destino y de dios, llegó al banco una chava (Beatriz Sánchez Rosaldo, a quien le debo esta maravillosa aventura), que quería cambiar un cheque, y yo le pedí su identificación; al mostrarme su gafete de El heraldo de México, le indiqué que no era suficiente, que necesitaba una credencial oficial. Regresó al rato y me dio su IFE; sin embargo, y en vez de molestarse por hacerla regresar, hicimos plática y le dije que yo anhelaba entrar a trabajar a un diario. Me dijo: ve al Heraldo, están buscando reporteros.
Y así comenzó todo.
Entré a la redacción de El Heraldo de México un viernes 7 de marzo de 1987; llegué al salir del banco, y grande fue mi sorpresa cuando me dijeron que todos estaban trabajando en la entrega de premios heraldo (ese año, la ganadora del concurso El Rostro fue Angélica Rivera, hoy esposa de Enrique Peña Nieto), y que en ese momento no era necesario que me quedara. Que regresara al día siguiente. Pero no, no me fui; me quedé embobado por horas viendo trabajar a toda la redacción, escuchando el taca-taca incesante de las entonces máquinas de escribir (algunas computadoras, se suponían modernas; eran de pantalla verde y al terminar de llenar la pantalla, tenías que oprimir un botón para que saliera una cinta perforada y ésta había que levarla a galeras, para que te dieran una especie de foto de tu texto.
Eso, señoras y señores, me enamoró: el olor de la galera, la enceradora; los enormes bastidores donde se armaban las planas…
Desde entonces, nadie pudo contra eso: amo esta profesión por sobre todas las cosas.
Hoy se cumplen 25b años de este camino andado, en los que, pormenores más, pormenores menos, ha hecho lo que he querido y con la gente que más he admirado.
Desde mis primeras entrevistas con Emmanuel, José José, Daniela Romo, Marco Antonio Muñiz y otros más, hasta ser jefe de prensa de Salma Hayek, viajar con Luis Miguel a Europa, ser jefe de prensa de Televisa e infinidad de instancias y actores y cantantes, hasta mi paso por el terrible mundo de las drogas, del que pude salir airoso hace 12 años…
Esta historia es muy larga, pues está plagada de anécdotas, buenas y malas, pero todas aleccionadoras.
He entrevistado a Paul McCartney, a Jane Fonda, a Billy Joel, a Elton John… en fin, celebridades de todos los niveles y de todos los colores y sabores y, qué creen? Que sigue siendo una aventura fascinante cada día.
Gracias a todos, a todos los que han creído en mí y me han dejado colaborar en sus espacios, en sus medios; gracias a todos los que siguen creyendo en mí y me dejan colaborar de cerca en sus carreras, en sus actividades.
Son tantos nombres que me da miedo que alguno me falte, pero a todos los que, de una u otra manera han estado cerca de estos 25 años: gracias.