Bitácora de un silente.
Día 3.
En tres dias no he recibido ninguna llamada; eso, si, muchos mensajes de whatsapp.
No es lo mío, lo mío, estar contestando largo y tendido, pero lo he hecho; sobre todo, agradecido de quienes preguntan de mi estado de salud y de ánimo.
El primero, en franca mejoría; las molestias de una operación de dos horas van cediendo. Me duele la mandíbula y creo que me aflojaron un diente; dolor de cuello, también cediendo.
El segundo, no sé. Tendré que salir a la farmacia y llevar en un papel escrito lo que tanto temía: "No puedo hablar; me operaron de la garganta; deme tal medicamento".
Si el vendedor (a) pudiera acaso preguntarme: "pero qué le pasó?", tendré listo otro papel que indique, sutilmente: "con una chingada; que parte de ME OPERARON DE LA GARGANTA no entendió?".
Ya saben, todo lindo.
No, no, no; aún no entro en crisis; son tres días caaaaaaaaaaaasi sin hablar, y digo casi, porque de repente se me han salido dos que tres palabritas (lo cual ya me provoco regaños de mis hermanas) y casi golpes de mi hija.
No soy necio, pero empiezo a desesperarme.
Tantos días sin hablar, está canijo.
Hasta aquí, mi reporte, Denisse.
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