miércoles, 24 de marzo de 2010

A mis 44 años...

No, definitivamente no estoy viejo; soy un hombre maduro, lo que los gringos llaman middle-age-man, jajaja.
Pues a mi edad, y luego de haber atravesado por ciertas circunstancias que, ya habrán leído algunos, puedo decir con certeza y apego a mi realidad: soy un hombre feliz.
Y aclaro, para quienes piensen que miento: entiendo la felicidad como esa capacidad de disfrutar el momento, el hoy, el ahora, sin pensar mucho en el ayer (acaso como un marco de referencia para evitar caer en los mismos errores), sin pensar mucho en el mañana (¿quién asegura que llegará?).
Me gusta pensar que soy el león de los documentales de Animal Planet: no hubo presa, no llevó de comer a sus leoncitos ni a su leona, pero ellos juegan sin importarles mucho el asunto; la leona no se la arma de pedo al león, y el león, que sabe que tiene qué hacer el día de mañana (si llega, aunque no se angustia por ello), se sienta plácido a mirar el ocaso y se lame y se relame sin mayor complicación.
Así me gusta ver la vida: hacer lo que tengo que hacer para seguir avanzando, para seguir viviendo, sin que en ello me vaya la vida, y disfrutando el camino más que la meta.
Y así, a mis 44 años, me despierto un día con una alegre sorpresa: he encontrado el amor de una mujer maravillosa por la cual siento que soy capaz de darle la vuelta al mundo si fuera preciso; que no me pide nada a cambio, y que en cambio, me da todo lo bueno que es y que tiene para dar.
Y sí, a mis 44 me siento como adolescente, escribiendo, hablando, yendo, viniendo, volando, flotando, viajando en una nube maravillosa de emociones, de sensaciones, de un algo maravilloso que no termino de descifrar.
Ya, en serio, tengo todo lo que necesito en mi equipaje para continuar caminando:
1.- Herramientas y pasión por la cacería de mi presa (me gusta, amo mi chamba, pues), y no me quejo, vivo de lo que hago y vivo bien.
2.- Tengo salud.
3.- Tengo la maravillosa experiencia de ser papá soltero de una hija adolescente y, por si fuera poco:
4.- El amor de una mujer adorable, hermosa.
Tengo o no motivos para decir que soy feliz. No necesito más.
Y que todo esto llegue a esta edad, lo hace más formidable aún: antes no estaba preparado para gozar de estas cosas. Así que dios, en su infinita sabiduría y generosidad, me ha dado esta segunda gran oportunidad de vida justo en el momento en que sabría aprovecharla.
Y yo, sigo caminando.

2 comentarios:

  1. Keep walking.. (Me acordé de la publicidad que usa Mr. Johnnie :p) Como siempre, Señor S, disfruto enormemente leyendo tus historias. Leerte, sin excepción, me provoca sentimientos y sensaciones (es somático el asunto); ya que, inevitablemente, me reflejo en algunas o empatizo con otras. En las que hablas del pasado, he llegado a tener esos huecos que se sienten entre la boca del estómago y el corazón; por desazón, por angustia, por tristeza, por identificación. En este post, no hay cambio y de nuevo somatizo, pero en una forma tan agradable! Comparto tu alegría y entiendo tu felicidad, que es como la mía y como mía. En lugar de un hueco, siento en el mismo espacio descrito arriba, una especie de motor que genera ritmo y calorcito, bienestar y hasta ganas de soltar al aire un suspirito que se va volando bien al sur.

    Gracias por compartir tus pensamientos en este espacio, en esta forma y con este fondo.

    Yo meritita, con harta admiración y alegría :D

    ResponderEliminar
  2. Gracias, July; dicha compartida, dicha provocada de aquí hacia allá, en una espiral ascendente, que le llaman, y que nos hace buscar cómo ser mejores siempre, para prodigarnos en otros, los que amamos y hasta a los que no, porque hemos aprendido del camino a no odiar y, en cambio, a desear el bien del otro, del ajeno.
    Te mando un abrazo que explique y que transmita todo esto que estoy viviendo.

    ResponderEliminar

Trolls, favor de abstenerse. No son bienvenidos.