lunes, 26 de noviembre de 2012

Hacer o no comida de fin de año en oficina.

Cada diciembre es igual de tormentoso para mi. Agobiado de tanta metralla publicitaria, el Grinch que habita en mi termina por creer convencerse de que el espíritu navideño existe y que es lindo eso de dar y compartir... Pero el verdadero dilema, lo que fustiga y azota a este humilde reportero no es eso, sino que, al ser jefe y empleado únicos en esta oficina, me surge la duda de hacer o no comida de fin de año? Hacer o no intercambio de regalos? Juego al amigo sorpresa? Y si preparo demasiados romeritos y no llego a la comida? Y si no me gusta lo que yo mismo me regalo en el intercambio? Y si ya pedo me cuento chismes de la oficina que ni enterado estaba? No se crean, en lunes como éstos, estas dudas me laceran y hacen que mi estabilidad emocional ande por la cuerda floja. Ay!

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