sábado, 9 de agosto de 2014

Ayer te vi, después de tanto tiempo...

Ayer te vi, después de tantos meses ausentes...
Como si hubiera transcurrido un siglo, o un instante, apenas.
Mirarte así, como si mira aquello que nos parece extraordinario, único, maravilloso.
Fue darme cuenta que, por más que haya intentado, no te olvido.
Siempre estás, siempre has estado.
Verte, tan cerca, fue acercarme al abismo de tu infinita belleza, de tu infinita virtud.
Tantas emociones, tantos recuerdos; porque, para mí, el "tú y yo" tiene un significado especial, único; el "nosotros", una fortaleza que inspira, que crece y no cesa.
Admitir fascinación es, apenas, acercarme a lo que me provocas, lo que me haces sentir: poderoso y vulnerable al mismo tiempo.
Y, admito: no has cambiado nada; acaso, te vi mejor que nunca.
Pero (el "pero" que siempre aparece) lo nuestro no podrá ser más... jamás. Al menos no en este momento.
Como otras tantas veces, saldré huyendo, porque sé que contigo no puedo gobernarme y pierdo el control de lo que soy y lo que he sido y ya no quiero estar bajo tu suave yugo.
No puedo.
No quiero.
No debo.
Una vez más te dejaré en libertad, porque esclavizarme ante tu simple aroma no puedo.
Aunque estemos destinados a ser, ya no seremos.
Adiós, por tiempo indefinido, amado taco de suadero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Trolls, favor de abstenerse. No son bienvenidos.